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viernes, 6 de abril de 2012

Recuerdos

 

Uno de mis textos para la clase de escritura creativa. Perdonar los errores y algunas cosas que pueden no encajar pero lo escribí originalmente en inglés. Lo he traducido algo rápido porque me apetecía compartirlo con vosotros. El primer párrafo tienes que escribir lo que se te pase por la cabeza a partir de la foto y después intentar desarrollar una breve historia. Espero que os guste.

Imagen24

Amor, Amistad, dolor, felicidad, espera, encontrar, correr, destino, coincidencias, timidez, sexo, silencio, miradas, abrazos, discusiones, gritos, naturaleza, ciudad, desierto, trabajo, vagancia, creatividad, humor, besos, lágrimas, sorpresas, finales, comienzos, compañía, herir, herirse, negación, ideas prohibidas, reglas, recuerdos, citas, ironía, hermandad, “No me rendiré” “Tú lo hiciste hace tiempo”, malos tiempos, buenos tiempos, pena, mentira, autorespecto, odio, la luna y las estrella, bosques, lobos, ángeles, amigos, enemigos, “Siempre te vas”, “No, siempre regreso”, oponentes, luchas, enfermedad, primeros segundos, últimas horas, Hollywood, París, Nueva York, Roma y Londres, comedia, drama, morir, matar, “¿No sería mucho mejor ser piratas que reyes?”, soledad, orgullo, incomprensión, metas, objetivos, caminos, corazones, coches, no, el coche, ACDC, Beatles y Rolling Stones, tontas canciones pop, nacimos para correr y arder rápido, “¿Cómo pintas el tiempo?”, arcoíris, subcultura, OTP, leer, llorar, reír, escribir, extraños, amigos, viajar, quedarse en casa, poesía y palabrotas, tragedia, montones de tragedia y epicidad, fragmentos, pegamento para los trozos, el conjunto es mayor que la suma de sus partes, sueños, pesadillos, caer, el mundo, tú, yo, nosotros, esperanza.

Al final siempre hay esperanza, tu esperanza, porque tú eres el soñador, el que piensa que puede ir a una guerra y volver sano y salvo, el que cree que el mundo puede ser cambiado y que cambiarlo con una pistola a 9.000 kilómetros es tan buena idea como cualquier otra. Tú eres el de la esperanza, la fe y el optimismo. Recuerdo aquel año en la playa cuando dijiste: “No te preocupes. Mañana habrá un gran sol y un maravilloso cielo azul porque estas van a ser las mejores vacaciones que hemos tenido”. En realidad, estuvo lloviendo todo el mes, pero tú tenías tazón en algo: fueron las mejores vacaciones, porque fueron las últimas en las que estuvimos todos juntos: David, Lucía, Daniel, tú y yo. A veces pienso que vivimos tanto aquel verano porque, en el fondo, sabíamos que era el final.

Sólo unos pocos meses después, David y Lucía, dejaban ir sus vidas en la forma de un coche estrellado y Dani encontró una forma de matarse más lenta y sutil pero tan efectiva como sólo las drogas puede ser. Ese día en el cementerio me dijiste que teníamos que vivir por todo ellos. “Vivir a los grande” dijiste. “Es nuestro deber” intentaste convencerme. “Somos los últimos supervivientes” me recordaste, pero unas semanas después tú decidiste convertirte en un caballero y luchar contra los árabes porque no quedaba ningún dragón. Yo estaba bastante rota también, con el auto odio y la espera así que se me ocurrió que a lo mejor,  también estábamos muertos . A lo mejor éramos muertos vivientes y ni siquiera lo sabíamos.

Pero tuvimos nuestros momentos, esos que parecían salidos de una postal o una película americana. ¿Te acuerdas de nuestro primer beso? Yo estaba citando a Márquez porque siempre me gustó parecer más lista de lo que soy. Te dije que el corazón tiene más habitaciones que un hotel de putas y tú contestaste que yo siempre había tenido una personalidad expansiva y necesita un corazón para mi sola. En ese momento decidí que quería tú corazón y te besé. ¡Estabas tan enfadado! Tú querías ser el que diera el primer beso, como hacen los caballeros. Todavía no habías aprendido que yo nunca hago lo que se espera de mí, pero no te preocupes, ibas a aprenderlo a base de discusiones, lágrimas y algunas sorpresas a lo largo del camino. Yo también tenía trabajo pendiente. Tenía que aprender que las historias, tus historias, pueden salvar vidas, mi vida. Las historias que cuentan que a veces el amor es ser fuerte por alguien más y poner tres azucarillos en vez de dos porque cuando dicen dos siempre significa tres.

También recuerdo las historias sobre monstruos y cómo te pregunte si tú morirías por mí. Tú contestaste que no, pero que matarías a los monstruos por mí. No tenía mucho sentido entonces, pero ahora creo que sí, aunque quizás estás matando monstruos que no son realmente monstruos, y quizás no es por mí sino por algo que no podemos entender.

En estos días ya no tenemos tiempo para historias, y en nuestras reuniones estamos quedándonos sin consuelo y sin canciones de cuna. Tú pides perdón por todo lo que no cuentas y yo simplemente te abrazo y digo que no pasa nada, aunque nunca sé si es porque no me importa o porque estoy asustada de preguntar que es lo que no me cuentas.

A veces, en la oscuridad de la noche, cuando el mundo está en silencio y no parece tan amenazante, me preguntas si tendremos tiempos mejores y yo, que soy valiente cuando no puedes verme, contesto que ya hemos gastado todos nuestros buenos tiempos. De cualquier forma, tú lo sigues intentando. Dices que es porque yo no te odio tanto como cuento y porque tu amas las causas perdidas. En realidad, es porque cuando encuentras a alguien que sonríe como tú no puedes dejarlo marchar. Y es en esos momentos, cuando me sonríes perezoso y empiezas a contar una historia sobre un barco que viaja a Venus, que por fin lo entiendo. Entiendo que significa crecer. Crecer es estar asustado todo el tiempo, saber que el amor te espera en la próxima esquina pero el dolor te espera en cualquier parte, es decir mentiras para robar un tal vez y, si eres afortunado, tener a alguien que nunca soltará tu mano. Nunca.

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